jueves, 3 de diciembre de 2009

Sinfonía: solfeo y sonido

Pérez Ramírez José Eduardo.

NOVENO POST

Sinfonía:
Solfeo y sonido

John Cage en 1952 compuso una pieza llamada 4'33". En la partitura de ésta no especifica sonido alguno que deba ser producido durante los 4 minutos y 33 segundos que dura la obra.
El pianista se prepara para la ejecuciónón de la pieza, comienza leyendo silencios. Los silencios tienen que ser interpretados uno a uno. La música se compone de éstos. La música radica en la interpretación, en la partitura, se abre camino a través del pentagrama. Ronda a grandes zancadas cada compás. Se tiene que ser meticuloso, tanto como si fueran octavos o dieciseisavos de sonidos, estos octavos o dieciseisavos lo son de silencios.
Cualquier pieza musical de compone de sonidos, ya sea breves o prolongados, y/o silencios, todos estos ejecutados en un orden tal que produzcan una obra y se diga que son una pieza musical, por no hablar de apreciación musical. Así mismo podemos preguntar si verdaderamente hay música en 4'33" de John Cage.
Alejándonos de alguna otra interpretación sobre esta pieza, podemos decir que la música está en la partitura y en su ejecución: el solfeo, leer y entonar cada nota. Hay un isomorfismo, es decir, una correspondencia término a término, entre una posible parte teórica y una práctica de la música. Ésta existe a través del sonido y a través del silencio.
Por otra parte se dice que se habla en voz baja o en voz alta, se grita o se susurra. El lenguaje habita en las palabras. Pero se calla y de pronto se lanza una mirada, el silencio consume toda palabra, voz fónica, y nos habla. Una mirada nos reclama, nos llama, nos busca, o nos censura. Existe el lenguaje sin entonar una palabra. Lo mismo da un discurso o una carta, una nota o unas cuantas palabras. Al igual que en la música existe aquí, un isomorfismo entre hablar en voz alta o callar. Saludar con algunas palabras o sin decir algo dar la espalda.
En nuestra mente y entre nosotros, entre los que somos, rondan las palabras. Nuestro “oído interno”, sin necesidad de sonido en forma de palabra que provenga del exterior, nos habla. Porque pensamos y somos, ya sea el sonido de las palabras, ya la imagen de manos dedos y gestos, o ya sea las sensaciones de nuestras manos que nos proveen de algo, que nos dicen algo.
El lenguaje significativamente es humano. De esta manera todo nos puede decir algo: hacemos hablar a las paredes, a la calle, escuchamos hablar al silencio, o puede que encontremos en un silencio, prolongado e intermitente, una gran música. El lenguaje significativamente humano siempre busca decirnos algo. Es un monstruo voraz del que no podemos escapar. En ocasiones nos dirá que no tiene nada que decir, se reservará el derecho, y aún así nos dirá algo con su silencio. ¿Podemos hablar tajantemente de una ausencia de significado? Tomaré el silencio no como un sí, sino como un no, o como me plazca, porque cada quien oye lo que le place y le conviene. Cada quien oye, interpreta y escucha sólo lo que quiere oír. ¿Cuándo el deseo se aparta del significado?, ¿cuándo podemos ser algo distinto al deseo y escapar de la libertad que éste viene a instaurar?
Puede que el lenguaje busque no expresarse, se limite a decir simplemente nada. Humanamente expresión es significación. Se expresa el lenguaje mediante un significado, un código a descifrar, a leer, o mediante la sugestión de la ausencia de significación.
Si todo ser conlleva la expresión, en tanto que su presencia ya de su suyo nos dice algo: al menos que es. Entonces, ¿algo o alguien dirá algo sin nadie a quien decírselo? Algo, no; alguien (humano necesariamente), sí. A este respecto queremos hacer una aclaración, desembarazarnos de cualquier idea que derive de la expresión y el decir algo, la existencia. Esto es falso. El mundo, sin más, existe, y aquí no pretendemos ponerle a prueba, ni mucho menos incoar a este respecto.

En conclusión, existe un isomorfismo entre lenguaje y significados humanos. Lo humano es un campo homogéneo y que así mismo es neutro: sendero y origen de múltiples lenguajes, de múltiples significados: distintos y diversos humanos. Por otra parte, es claro que no hay un isomorfismo entre el lenguaje y una realidad que prescinda de lo humano. Porque las paredes y las piedras sí existen, y si queremos podemos decir que su existencia es expresión, pero sólo será expresión de sí (si a esto le queremos llamar lenguaje, será necesario que sepamos que no será el lenguaje del que hemos hablado, no será lenguaje humano; acaso en aquello encontraremos algo llamado lenguaje que es así por capricho; apelemos aquí a lo homógrafo) pero puede que pasen cien años sin que nos digan absolutamente nada. Ahí encontramos el secreto del silencio. “Una manera de eliminar el sonido natural del tímpano humano.”

No hay comentarios: