jueves, 3 de diciembre de 2009

Heidegger. La arquitectura del mundo.

Pérez Ramírez José Eduardo.

CUARTO POST

Heidegger. La arquitectura del mundo.


Del lenguaje, podemos decir, es comunicación, es mención, expresión. Aquello que expresa halla su dirección de lo expresado, de aquello que busca su libertad como orden natural del acontecer, más no como elemento o sustituto adventicio de su ser, ser mismo que se está expresando. Más por ello la expresión misma no es un instrumento sino, principalmente, parte inherente de lo expresado. ¿Qué sería pues de lo expresado si su naturaleza consiste en su libertad que es, pues, su ser: su expresión?
De este modo todo es hablado por el lenguaje , la presencia de cada ente ya dice que es, ya se expresa, ya es hablado por el lenguaje, y en este sentido ya es lenguaje. Innegablemente la expresión no es un añadido del cual servilmente, en el último de los casos, se diga algo de algo: hay una unidad en este orden (analogía) y azar del mundo.
En este sentido es posible que se hable del lenguaje como imagen, e incluso que se hable del lenguaje como lo que no se encierra tan sólo a ser imagen sino que es, a saber, expresión.
Es menester mencionar que el carácter de unidad que deriva del lenguaje, así como el acceso a esta unidad por una vía analítica, señala la multiplicidad que constituye la unidad de este mundo, el mismo para todos, pues precisamente se habla de unidad, no de univocidad.
Para Heidegger el mundo es apertura ontológica de sí mismo y de nosotros mismos pues somos parte del sí mismo que ya es en todo caso el mundo, así mismo este mundo no sólo nos lega, sino que nos inserta en sí mismo: el mundo se debe también al pensamiento, a la comprensión el mundo.
El sí mismo interpretativo de las cosas que está abierto al tiempo y las posibles determinaciones humanas ya potencialmente, ya actualmente, se imbrican siempre en la posibilidad de ser: mundo, vida, tiempo. Nos dice Heidegger que habitamos el mundo poéticamente.

Desde que somos un diálogo, el hombre ha experimentado mucho, y nombrado muchos dioses. Hasta que el habla aconteció propiamente como diálogo vinieron los dioses a la palabra y apareció un mundo. Pero, una vez más, importa ver que la actualidad de los dioses y la aparición del mundo no son una consecuencia del acontecimiento del habla, sino que son contemporáneos .


Existe una relación isomorfica, aquí, que parte del entramado del lenguaje hacia el mundo. Nos dice Heidegger que el poetizar es una de las tareas más inocentes. Pero así mismo, el lenguaje es el más peligroso de los bienes: El lenguaje también es un arma, puede demostrar o puede ocultar. Para el filósofo en cuestión el ser humano es quien nombra, creativamente, poéticamente, tiene que estar atento, se sumerge en la aletheia.
A este respecto Derrida nos dice que no hay signo sin contexto y ningún contexto ha saturado jamás ningún signo, es decir, Derrida abre una posibilidad de resignificación, marca una apertura a un sentido por venir: diseminación de sentido. Este sentido podemos decir, con Heidegger, viene a ser poéticamente.
En la arquitectura del mundo el tiempo es fundamental para éste, para la vida, es tan fundamental que siguiendo a Ricœur tenemos que el mundo consta de historias narradas, incluso nosotros somos una historia narrada, conformados de mundo
El tiempo le da forma a la experiencia humana, en la creación poética del mundo. En general, podemos decir que la creación poética del mundo heideggeriana ha encontrado elementos que la conforman pero que así mismo están abiertos a la resignificación. Porque fueron los poetas quienes inventaron a los dioses en la Grecia antigua, y en tanto que el pasado es parte de la explanación temporal de la vida humana, podemos decir que son los dioses de la Grecia antigua y en la actual.

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