jueves, 10 de diciembre de 2009

Fonocentrismo y Preliteralidad; Movimiento y Lenguaje. Derrida y Nietzsche.
Ernesto David Enríquez García – No. de Cta. 407001622
Semestre 2010-1

PRIMERA PARTE

Introducción

A continuación se buscará exponer una similitud de sentido, en cuanto a cierta diferencia compartida por dos figuras alegóricas distintas, respecto a aquello que se mira desde ellas como objeto de la referencialidad; desde la obra de dos filósofos distintos.

Sean las etiquetas de las que surge tal diferencia, semejantes por compartir en su discurso las palabras realidad y lenguaje: la Preliteralidad que considera el llamado Fonocentrismo –Discutido o criticado por Jacques Derrida, aquí, a partir del primer capítulo de su Gramatología y sus escritos “La diferencia”, “La retirada de la metáfora” y “Sobrevivir: Líneas al borde”-; y la exterioridad, como Movimiento o constante devenir, irreductible, imparable –Discutido por Nietzsche preeminentemente, aquí, desde Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.

La imagen alegórica de la Preliteralidad será considerada (no sin cierta violencia retórica); análoga a aquella de un Río-Devenir-Movimiento; buscando observar qué ocurre al suceder o poner una junto a otra; dos figuras que por sí solas parecen señalar hacia un tercer elemento común, sea dicho: la condición estética del lenguaje, distinto a cualquier verdad más allá de sí; partícipe de la vivencia en el mundo sólo auto-referencialmente.

La pregunta central que ha de guiar el curso del texto es: ¿Qué relación guarda la imagen de la Preliteralidad, que trata Derrida en su Gramatología, con la imagen del Río que expone Nietzsche en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral?

. . .

Todo sucede como si el campo occidental del lenguaje (aquello que, por su multivocidad y por sobre la oposición estrecha y problemática del habla y de la lengua, lo une en general a la producción fonemática o glosemática, a la lengua, a la voz, al oído, al sonido y al aliento, a la palabra) se mostrara actualmente como la apariencia o el disfraz de una escritura primera [no en un sentido cronológico]: más fundamental que aquella que, antes de tal conversión, pasaba por ser el simple “suplemento del habla” (Rousseau)[1].

El fonocentrismo representa –Según el discurso que forma de él Jacques Derrida- el no habernos tenido que ensimismar tanto, en una suerte de ‘momento original de la palabra’, el haber levantado la vista –porque el fonocentrismo, así enfocado, genera también algo que podría nombrar de cerca el epíteto: ophtalmocentrismo-; el haber estado menos en la imagen de la marca y más en la imagen de la mirada: mirando el movimiento de los labios de otro y verle aludir a una naturaleza en derredor; enredándonos con sus sonidos de bien, como tocándose con ella en la sonoridad de las palabras.

Esta imagen de la mirada como el lugar en que habita el sonido, es la imagen a la que occidente llama desde la metafísica y el idealismo[2] –introduciendo la crítica e incluso la deconstrucción del argumento en el acto-: Preliteralidad: lugar que ocupa un lugar considerado más próximo a lo que es verdadero, lo que puede llegar a ser bueno o malo originalmente, valga decir, lo real. Esto real, entonces, según el supuesto, es lo que se vive; lo más carnal, al punto en que comparte sitio con lecturas de gestos y movimientos, y se interrumpe por los parpadeos, por la ficción, por el sueño.

[1] Derrida, Jacques. De la gramatología. p. 12.
[2] Ibidem.

No hay comentarios: