jueves, 3 de diciembre de 2009

Del estructuralismo o la condena

Pérez Ramírez José Eduardo.

OCTAVO POST

Del estructuralismo o la condena

Hablaremos tan sólo poco del estructuralismo. Para éste, no hay estructura más que de lo que es lenguaje, aunque sea un leguaje esotérico o incluso no verbal. El sin-sentido no es la ausencia de significación, sino, por el contrario, el exceso de sentido, o lo que provee de sentido el significado y el significante.
En este sentido podemos decir que el pensamiento es aquello que nos identifica y nos distingue, nos permite ser conscientes de nosotros mismos, permite pensarnos, ser. El pensamiento humano reflexiona, entre otros hechos, sobre nuestra propia existencia. El pensar nos hace presentes a nosotros mismos.
En este sentido, la historia, ha sido la historia de los pensamientos; esto se debe a que ésta da cuenta de actos humanos y no humanos, mismos que son pensamiento, pues la manera de realizar un acto humano estriba en la manera de pensar humanamente, así como la manera de dar cuenta de actos no humanos, se hace ésta humanamente. Como la historia primera o génesis del mundo que se narra, siempre se hace humanamente. El ser humano es aquel que en su más puro andar pretende hacer una luz inteligible el mundo que sueña . El ser humano piensa, y sólo piensa en términos humanos. Él mismo crea su libertad y su cárcel: el lenguaje. El ser humano no puede ir más allá de lo que es: su pensamiento.
Acúsesenos de antropocentristas. Ser humano es ser egoísta. Ser egoísta es ser sólo lo que ya es uno. ¿Pero quién no puede ser sólo lo que es? Ser sólo lo que ya es uno nos priva de ser otro, pero no nos dota de una esencia. No tener esencia ¿acaso podrá impedir saber lo que uno es? Paradójicamente, el ser humano es sólo lo que ya es, pero no sabe lo que es.
Ser humano es ser egoísta. Y ser egoísta es, también, ser sólo uno, estar ensimismado. El ser humano está solo.
El ser humano crea su libertad y su cárcel, y en ella su soledad. Únicamente estando solo uno puede alcanzar la mayor libertad tan deseada, aquella que se convierte en cárcel y condena.
Esta condena se patentiza con el estructuralismo. Para los estructuralistas el lenguaje conforma un conjunto sincrónico, es decir, estable y sistematizado, que constituye tanto nuestra forma de saber y arriesgaremos en esta medida a hablar de nuestro ser. Así mismo, pensar al lenguaje en tanto que condena nos habla de una elección, una culpabilidad, y de un ser víctimas. Para el estructuralismo esto forma parte de la realidad.
El mundo es, al menos para nosotros, el lugar donde acaece una multiplicidad de fenómenos y sentidos; podemos decir que es también aquello que no sólo nos expresa, sino que incluso nos conforma: nuestros modos de ser no se agotan en lo más próximo que tenemos del mundo y que es, pues, nuestro contexto, cultura, y lo que volitivamente elegimos dentro de ésta, sino que incluso van más allá de manera que todos estos elementos son lo que somos. En este sentido podemos decir que somos – y entiéndase no de manera estricta – victimas del acontecer, del mundo, pero no en tanto que nos predestine y nos absuelva de responsabilidad alguna, sino en tanto que, como decíamos, no sólo nos expresa, sino que nos conforma.


Para concluir digamos que de esta suerte se abre un camino inmenso del estructuralismo a las ciencias sociales. Como hemos dicho dentro del mundo el pensar de cierta manera influye sobremanera para abordar distintos problemas del mundo, de la vida; en general, de acuerdo al pensamiento es que se dan las actividades correspondientes a éste. El pensar y el modo de hacerlo, siempre redunda en el campo práctico de la vida. Aunque, ¿esto es válido para todo pensar? Debido al campo práctico del mundo, de la vida, también se debe el pensamiento: es un cierto oscilar. Para el estructuralismo las estructuras, en este caso el lenguaje, es un subsuelo necesario y efectivo, el cual emerge a partir de un discurso humano, hecho último que no hace del lenguaje una estructura prescindible en el mundo.

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