jueves, 10 de diciembre de 2009

Ramiro Cotarelo Lira

Primer Post
Heidegger y la palabra original.


La ciencia, aquella verdad por adecuación, parece dictar todo aquello que es real. Al menos en nuestros, días parece que la frase: “recientemente, un grupo de científicos han descubierto que…” es el epílogo de una verdad a punto de ser develada. ¿Qué es lo que inspira a confiar en los veredictos de dicho grupo de científicos? No es acaso porque los medios de comunicación, las escuelas, etc. Nos han enseñado a confiar en ellos mismos como portadores de conocimiento. Así, no es el grupo X de científicos del laboratorio Y localizado en el país Z. Sino el hecho de que los hallazgos de dicha institución sean vulgarizados. Si, es en la vulgarización de las verdades de la ciencia que la gente confía en la ciencia. Pero, bajo este mismo principio, podemos preguntar ¿Acaso la vulgarización de la ciencia es parcial? ¿O es dosificada según una clara tendencia de intereses? O peor aún, ¿simplemente es vulgarizada en bloques aleatorios, donde las cosas que quedan segregadas, es únicamente por casualidad?

Este tipo de preguntas paranoicas no las puedo responder, pero trataré de explicar como entender este fenómeno. Siguiendo a Heidegger en Arte y poesía la Verdad, en sentido de Alétheia es instaurada por los poetas, después se olvida que ha sido inventada y se asume como permanentemente verdadera. Es decir, en última instancia toda oración que pretenda fundar (justificar) una adecuación como verdadera parte de haber sido creadas las condiciones en las cuales descansa su verdad. Fue instaurada hace mucho tiempo y hoy ya es considerada verdadera. Siguiendo de nuevo a Heidegger, los poetas son importantes en los tiempos de hambre (supongo en general en todos los tiempos) porque son aquellos quienes se encargarán de instaurar la verdad, una vez más y recordarnos de que manera fue en el decir originario que una verdad queda en el olvido como si siempre hubiese existido.

A mi parecer, es en la vulgarización donde radica toda idea de inamovilidad de las verdades, es decir, volviendo a pensar en la institución X de científicos que promueven un nuevo descubrimiento como verdadero. Ellos saben las dificultades epistemológicas que implica postular un descubrimiento verdadero, a la vez, que también su descubrimiento está sujeto a ser modificado si nueva evidencia aparece. Entonces, ¿quien podría tomar dicho descubrimiento como una verdad inamovible? Me parece que la respuesta es evidente, no son aquellos que han luchado años detrás de un laboratorio por tratar de instaurar su descubrimiento como verdadero, sino, aquellos que no saben en lo absoluto que alguien instaura la palabra, en este sentido el olvido es absoluto, la palabra inmediatamente adquiere un sentido de verdad inamovible en los oídos incautos del vulgo. Pero, no acaso alguien dijo hace muchos años “Todos somos vulgo”; no lo recuerdo bien, pero de seguro esa cita la leí en algún tele-guía.


-Ramiro-

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