jueves, 3 de diciembre de 2009

Pintura y escritura.

Pérez Ramírez José Eduardo.

SEXTO POST

Pintura y escritura

Pintar, en principio, podemos decir que es plasmar, inscribir, pues. En todo caso lo plasmado como pintura corre una suerte de ser parte del mundo de la pintura, es decir, ser parte de nuestro mundo. Esta cuestión incluso puede obviarse, de manera que el mencionarla pueda parecer un insulto a la “razón”, y el tratarla amerite el calificativo de falta de rigor en el “pensamiento”.
El saber qué es la pintura puede darse como un hecho: pintar, podemos insistir, es plasmar, quizás expresar, ¿pero qué no se puede plasmar y sin embargo no ser una pintura? Cuando escribimos plasmamos y la escritura no es precisamente lo que entendemos por pintura. En cuanto a la expresión una pintura lo es, al igual que la escritura, o inclusive, al igual que el mundo mismo. Una cuestión que de pronto era obvia parce ahora ser, quizás, meritoria de un análisis que nos quite esta espina de la mente.
Una posible manera de esclarecer, aunque sea de manera vaga, la relación pintura-escritura, quizás consista en decir que a la pintura le es la figura y a la escritura la literatura. A la pintura le compete, podemos decir, el lienzo y, propiamente, las pinturas; por otro lado a la escritura le compete lo que Paul de Man llamaría la materialidad de la letra, o lo que Derrida nos diría del texto cuando nos habla de la différance , incluso lo que Ricœur nos dice del texto: un círculo hermenéutico entre mundo narrado y mundo vivido.
Por otro lado, propiamente en la pintura, si es que le compete el lienzo y las pinturas, diríamos que también el mundo. La relación entre éstos parce ser inextricable: cada vez que se pinta, se pinta algo. ¿Pero esto quiere decir necesariamente que se copie algo? Platón nos diría que sí: el arte está a triple distancia del ser. Deleuze nos diría que no: es un error creer que el pintor está ante una superficie blanca . La relación modelo y copia se invierten, o dicho de otra manera “desaparecen”. La pintura no es más una copia, es una apertura del mundo, es parte de nuestro mundo, de este mundo cambiante. La pintura tiene un papel principalmente ontológico. Así mismo correrá la misma suerte la escritura.
El concebir de esta manera a la pintura y a la escritura parece que nos deja en la primera comprensión que teníamos acerca de ésta, por otro lado nos hace conscientes de nuestra finitud: no tenemos verdades absolutas, ni siquiera un concepto preciso de algo, a caso tenemos diseminación de sentidos. Dejemos que éstos acontezcan. Entonces, ¿qué hemos dicho entre la relación pintura-escritura?
Quizás el dilucidarlo se juega en una relación que oscilará entre un cliché y una figura: Al pasar por estos trazos, la figuración vuelta a encontrar, recreada, no se asemejará a la figuración de partida: Un ejercicio performativo del lenguaje, y de su fuerza significativa. El lenguaje humano no sólo se deriva en palabras, sino en actos humanos, en sentidos.

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