jueves, 3 de diciembre de 2009

Las abejas de Benveniste

Daniel Palacio de la Teja (De ahora en adelante voy a subir mis comentarios via el blog de Alonso Salinas)

En su texto “Comunicación animal y lenguaje humano” [1], Benveniste compara las características del lenguaje humano, con las de la comunicación de las abejas. Con ello, pretende establecer una serie de condiciones lingüísticas, que todo lenguaje debe cumplir para llamarse como tal.

Las abejas muestran un grado muy sofisticado de comunicación que destaca incluso frente al de otros animales. Es un hecho patente, que la organización y la división del trabajo de la colmena, responden en cierta medida, al desarrollo de estas facultades comunicativas. El desarrollo de dicha comunicación, llega al grado de que las abejas, pueden comunicar por ejemplo, el lugar donde se encuentra una fuente alimento. Ese desarrollo y precisión en la comunicación, nos hacen preguntarnos si estamos frente a un lenguaje no humano. En el texto que sigue, se reconstruirán los argumentos que Benveniste ofrece en contra de esa posición. Antes, cabe señalar que el interés de Benveniste no son las abejas. Él pretende más bien, usar el modelo de comunicación de las abejas para contrastarlo con el lenguaje humano, y así: ver las características fundamentales del leguaje humano.

La comunicación de las abejas se efectúa más o menos así:

Una abeja “exploradora” encuentra una fuente de alimento y la marca. En seguida, vuelve a la colmena, y las abejas de la colmena toman un poco de polen y un poco del alimento que es masticado por la exploradora. Así saben de qué alimento se trata. Posteriormente por medio de una danza, la exploradora muestra a sus compañeras (camaradas o lo que sean) el origen del alimento. El punto nodal está en la danza, pues las investigaciones de zoólogos (Benveniste se basa en el trabajo de Karl von Krisch) muestran que esa danza esta perfectamente cifrada. En la danza hay dos movimientos: uno consiste en dar círculos horizontales de izquierda a derecha y derecha a izquierda, en el otro; la abeja mueve su abdomen como si imitara la figura de un ocho. El primer movimiento indica la distancia a la que se encuentra el alimento, no pasa de los cien metros, los ochos; indican que la distancia es mayor a los cien metros. En lo que se refiere a los ochos la cosa es más compleja, pues la frecuencia del movimiento, indica distancias exactas. A mayor distancia, mas lenta es la danza. Asimismo, el eje del ocho que realiza la abeja, muestra la dirección conforme a un punto de referencia que es el sol. La abeja muestra un ángulo con respecto al eje y así indica la dirección.

Según Benveniste las abejas se muestran capaces “de producir y comprender un verdadero mensaje, que encierra varios datos […] pues registran relaciones de posición y distancia; pueden conservarlas en la memoria; pueden comunicarlas simbolizándolas por diversos comportamientos somáticos. El hecho notable es [añade Benveniste] que manifiesten aptitud para simbolizar: hay ciertamente correspondencia convencional entre su comportamiento y el dato que traduce.” [2] Ahora bien, lo que nos hace pensar en un lenguaje, es justamente el hecho, de que encontramos la capacidad característica de todo lenguaje, esto es: “la capacidad de formular e interpretar un “signo” que remite a cierta realidad, la memoria de la experiencia y la aptitud para descomponerla” [2] La pregunta entonces es, ¿ cuál es ese exceso del lenguaje humano, por qué la comunicación de la abejas no es un lenguaje? Básicamente, Benveniste sostiene que esa capacidad de, formular e interpretar un “signo”, es una condición necesaria para todo lenguaje, pero no es condición suficiente; como para que podamos hablar de un lenguaje de las abejas.

Diferencias ( parte 2 )

Las diferencias entre el leguaje animal y el “lenguaje” de las abejas son considerables. En primer lugar, las abejas se expresan por medio de una danza, no hay voz. En este sentido, la comunicación gestual de las abejas está limitada a la percepción visual. Es decir, para comunicar su mensaje las abejas suponen la luz del día, el mensaje es intrasmisible en la oscuridad. Según Benveniste el lenguaje humano escapa a esta limitante. Otra diferencia, es lo que Benveniste llama la “situación de la de la comunicación”. El mensaje de las abejas no genera respuesta alguna de sus congéneres, pues solamente suscita cierta conducta que no califica como respuesta. En pocas palabras, las abejas no conocen el dialogo. El dialogo es una de las condiciones más importantes del lenguaje humano. El hombre habla a otros que hablan. La ausencia de dialogo en la comunicación de las abejas, obedece según Benveniste, a que las abejas se limitan a comunicar un dato objetivo. Las abejas no tienen la capacidad de referirse a un dato lingüístico, no encontramos en ellas una reacción lingüística a una manifestación lingüística. “El mensaje de una abeja no pude ser reproducido por otra que no hubiera visto por si misma las cosas que la primera anuncia” [2] La abeja no comunica a partir de lo comunicado.

En el lenguaje humano se da bajo la forma de dialogo y “la referencia a la experiencia objetiva y la reacción a la manifestación lingüística se trenzan libremente y sin limites” [2]. Otra consideración, es que el mensaje de las abejas no es analizable, pues no es posible descomponer su contenido en elementos formadores, no hay morfemas que correspondan a los elementos de un enunciado. En el lenguaje humano cada enunciado es reductible a elementos que se combinan libremente según reglas precisas. Pocos morfemas pueden ser combinados un gran número de veces, resultando en mensajes distintos. Según Benveniste “un análisis mas detenido del lenguaje muestra que estos morfemas, elementos de significación, se resuelven a su vez en fonemas, elementos de articulación despojados de significación, aun menos numerosos, cuyo ensamble selectivo y distintivo suministra las unidades significantes” [2] El mensaje de las abejas no es reductible a elementos identificables y distintivos, pues no tiene fonemas a-significativos.

El lenguaje humano sirve de sustituto a la experiencia, y dicha sustitución puede ser trasmitida sin que el tiempo y el espacio la acoten. Según Benveniste, esta característica, es lo propio del simbolismo humano. Por lo cual no podemos decir que las abejas tengan un lenguaje Hablar de lenguaje animal es un abuso en los términos, en todo caso podemos hablar de un código de señales.

Bibliografía

[2] “Comunicación animal y lenguaje humano” Pág. 56 a 62 en [1] Benveniste Émile Problemas de Lingüística General , trad. Juan Almela siglo XXI

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