miércoles, 9 de diciembre de 2009

Séptima Entrada

Séptima Entrada
Jacqueline Calderón


La importancia y trascendencia del lenguaje en la distopía de George Orwell

“Allí donde nos alcanza una tradición escrita no sólo
se nos da a conocer algo individual sino que se nos hace
presente toda una humanidad pasada,
en su relación general con el mundo”

Hans-Georg Gadamer, Verdad y Método

Introducción

Por medio del presente trabajo pretendo abordar el tema que refiere a la importancia que el lenguaje puede tener sobre la sociedad. En este caso y para tener un punto de partida que me auxilie para el planteamiento de este asunto he decidido tomar como sociedad base la propuesta por Tomás Moro en su libro de “Utopía” para introducir posteriormente el concepto de distopía que encontramos en George Orwell y su libro “1984”.

La razón por la cual me basaré principalmente en el libro de Orwell es precisamente porque en éste se pueden apreciar mejor aún que en Moro las propiedades que al lenguaje se le otorgan, aunque la forma en que se nos plantee resulte en una visión un tanto catastrófica. Para facilitar la identificación de las distintas tesis que parecen manejarse en “1984” contrastaré las ideas principales de la obra con algunas tesis básicas que encontramos en Wittgenstein y Rorty. Es decir se apreciará como es que según el mundo que plantea Orwell las implicaciones del lenguaje que los tres filósofos antes mencionados tratan pueden resultar bastante plausibles y que de hecho pareciera que no necesariamente se oponen entre sí.

Para facilitar la lectura y comprensión del tema me he dado a la tarea de dividir en dos puntos importantes los objetivos del trabajo.

1) El primero y que servirá para plantear todo un horizonte de posibilidades en lo que respecta a una sociedad con algunos aspectos ya tratados y que aparentemente facilitan la convivencia dentro de ella, y analizar si es que el lenguaje tiene alguna relevancia, y más importante aún, ver si es que Tomás Moro ya se había percatado de ello y lo hizo saber explícita o implícitamente en su obra. Sería erróneo decir que procura el pleno desenvolvimiento de sus individuos puesto que la individualidad en ésta queda subordinada al bienestar del Estado, procurando ante todo un progreso social más que uno individual. Es precisamente por ello que he recurrido a Tomás Moro, pues nos habla del cumplimiento de un fin en particular por parte de este Estado.

2) Lo que conformaría la segunda parte del trabajo sería que, con base en algunas ideas de Rorty, Gadamer y Wittgenstein se viera si es que de hecho el lenguaje alguna importancia capital, ya no sólo en el texto de Moro, aunque en un inicio me ayudaré de los filósofos anteriores para el análisis propuesto, sino en una sociedad contemporánea como en la que nos desenvolvemos a diario.

A grandes rasgos estos podrían ser los objetivos principales a cumplir. Pero ya entrando a esta cuestión de fondo la tesis que sustentaría todo lo anterior sería la de que efectivamente, el lenguaje no puede ser sólo visto como una forma de comunicarnos sin más. Por el contrario, pretendo que al finalizar de cumplir los distintos objetivos que he planteado en un inicio, éstos me ayuden como un fundamento a la idea de que el lenguaje resulta esencial no sólo para el progreso de una sociedad, sino también como una parte descriptiva que, en tanto descriptiva, puede ser vista como un auxiliar, si no es que, como la historia misma de la humanidad.

Saber si de hecho se puede hablar de un progreso social o no quizá salga ya de los parámetros establecidos para desarrollar este texto, pero no por ello dejaré de resaltar la cuestión al momento de las conclusiones; ya que después de todo, si es que se ha de abordar a Tomás Moro debemos hablar de Utopía y como tal es necesario recordar que en toda utopía lo principal por alcanzar es la máxima virtud en los miembros de la sociedad, y después de todo, pareciera que hacer suya la virtud, sea cual sea la que se maneje no deja de llevarnos al progreso. En este caso cabe mencionar que el progreso se entenderá como el progreso moral y no tanto el progreso tecnológico o algo similar, aunque por supuesto deben ir relacionados en algún modo.

Desarrollo

La razón por la cual encuentro necesario la mención a Tomás Moro y su “Utopía” es porque sin este punto de partida sería difícil comprender lo que refiere al término de distopía. Además, en el texto de Moro no encontramos una clara mención de lo que refiere al lenguaje, quizá porque queda ya implícito o por que en ningún momento sea algo que deba ser controlado por los gobernantes de este país; sin embargo cuando le damos mayor importancia y vemos cómo se juega con el lenguaje podemos apreciar de una forma más sencilla la trascendencia que tiene y un ejemplo perfecto donde podemos encontrar esto es en la distopía que se nos plantea en “1984”. Parece curioso entonces ver cómo es que en una utopía como la de Moro el lenguaje ni siquiera es una cuestión a la que se le asigne mayor atención y que por otro lado en su contrapartida resulte de una importancia capital para el desarrollo incluso de toda la historia.

Por lo anterior veamos a grandes rasgos la parte de Tomás Moro, para de esta forma tener un punto de comparación y por ende de partida para el tema central del trabajo.

Nace en la ciudad de Londres el año de 1477 en el seno de una familia que desde muy joven le propició una buena educación, la cual más adelante le haría ganarse altos cargos administrativos en Inglaterra. Precisamente en virtud de dichos puestos es que Tomás Moro parece ser la persona idónea para la redacción de un libro que dejara ver los vicios que su sociedad existían, pues a pesar de desempeñarse en altos rangos parece que nunca pierde la perspectiva de lo que en general en toda Inglaterra suscita.

De esta forma, en el año de 1516 se edita la primera edición de su más famosa obra “Utopía” que en un primer momento fue escrita en latín y que constaba únicamente del segundo libro, es decir la parte donde se describe a esta sociedad ideal. El libro completo se conforma, como ya he mencionado, por dos partes; la primera describe la forma de vivir y lo defectuosa que ésta resulta en Inglaterra, la forma en que las sociedades se encuentran en una gran corrupción y que los mismos gobernantes, a pesar de propiciar dicha situación, deciden tomar medidas exageradas para la corrección de los individuos. Justo al final de esta crítica es cuando se introduce la idea de una sociedad ideal, una sociedad que resulta en todo lo contrario a esta sociedad inglesa y que por eso mismo debería servir como ejemplo no sólo para ellos sino para toda sociedad en particular que se quiera jactar de digna.

Está de más hacer una descripción detallada de cada aspecto particular que se aborda en texto. En general lo que debe ser importante mencionar es que como buen planteamiento de un Estado donde existiera una mejor vida no dejará de procurar alcanzar los ideales de igualdad sobre todas las cosas. En el particular caso de Tomás Moro el tema del lenguaje no se aborda, pero pareciera que ya está implícito el hecho de que en esta sociedad no se tiene una lengua propia, además, a los ciudadanos no se les impide el conocimiento y cultivo de las distintas letras, e incluso en caso de que alguno de los ciudadanos mostrara una excepcional capacidad en esta materia, no se le dejará de procurar todo lo posible para que pueda continuar con sus estudios incluso al punto en el que éste podría llegar a ser no sólo su pasatiempo, como lo suelen tomar la mayoría de los utópicos, sino su mismo trabajo.

Es aquí donde en contraposición a este tipo de textos encontramos la distopía. Si bien la utopía el objetivo principal es el de alcanzar una sociedad igualitaria donde se pueda exaltar la máxima de las virtudes y donde se nos describe un estado feliz del hombre, es decir, el mejor de los mundos, en la distopía veremos todo lo contrario; se trata de obras donde se describe una sociedad opresiva y por ende el peor de todos los mundos. Existen gran cantidad de obras que abordan este tema, pero una en particular que lo aborda de forma tal que permite ubicar el papel claro del lenguaje es la obra de “1984” de George Orwell.

En la novela el personaje principal se llama Winston Smith y es por medio de él que podemos apreciar el mundo en el que habita. Así, con ayuda de su diario nos permite adentrarnos en este mundo donde la individualidad y vida propia resultan inexistentes; se trata de un Estado que tiene como dirigente a un individuo al que llaman “el Gran Hermano” quien encabeza lo que se denomina “el Partido”. Los habitantes de este país[1] se consideran como los afiliados al partido y no miembros, ya que en realidad su participación no es tan activa dado que no pueden ejercer ningún tipo de autoridad en las decisiones que el Partido tome. En realidad no resultan más que simples obreros sin vida. Como ya puede haber quedado claro, en ningún momento se procura el bienestar de la población, o por lo menos no lo que uno acostumbraría llamar un bienestar, pues el Partido y el Gran Hermano hacen creer a los afiliados que su vida es en realidad feliz y los mantienen ante todo ignorantes, formula adecuada si consideramos que “la ignorancia es poder”[2].

A la sociedad de esta historia se le ha ido privando de distintos aspectos de su vida. Pero hay una privación en particular que podría traer consigo otro tipo de privaciones en lo que respecta a la libertad de pensamiento y es precisamente la libertad que refiere al lenguaje. En contraposición a Tomás Moro, donde de hecho la libertad intelectual en ningún momento se ve frenada, en “1984” se ha implementado el uso de una neolengua que en principio parecería ser un intento por parte de los gobernantes para “facilitar” la comunicación por medio de menos palabras y la sustitución de términos y conceptos que en realidad lo que propician es un mejor control sobre el conocimiento no sólo del presente, sino del mismo pasado.

De esta manera el Partido por medio de pequeños slogans ha logrado que la población entienda la gran variedad de situaciones en las que se encuentra la nación sin que esto les represente un conflicto. Un ejemplo de esto es “La Guerra es Paz” [3]frase que como el mismo protagonista explica, es algo que ya de forma superficial la mayor parte de la gente acepta, sin en ningún momento pensar en lo impactante de esta aseveración. Para continuar con este ejemplo debemos entender lo que de fondo significa esta frase. Verdaderamente a lo que se refiere es que una paz permanente es muy similar a una guerra perpetua[4].

La función así de la Neolengua es en sí el poder introducir en la formación de cada individuo una serie de palabras que facilitan la existencia de este estado totalitario.
“Pero de todos modos, una complicada formación mental, aplicada durante la niñez, y centrada en las palabras de Neolengua evitardelito, negroblanco y doblepensar, la vuelven recia e incapaz de pensar con profundidad acerca de cualquier tema.”[5]

En estas líneas se nos presenta una vez más la trascendencia del lenguaje para el funcionamiento del estado. Con esta “complicada formación mental” lo único que se tiene por objetivo es impedir que los afiliados al partido expresen emoción y por supuesto pensamiento alguno. Se trata de un eficaz medio para mantener bajo control a cada individuo, precisamente quitándole lo más propio de sí; aquí estaríamos hablando de sus pensamientos. Se trata de una constante manipulación del hombre por medio del lenguaje.

Para darnos una idea de cómo funcionan estas medidas veamos el significado de estas tres palabras en Neolengua.

1.- Evitardelito significa “la facultad de pararse en seco, como por instinto, en el umbral de un pensamiento peligroso.”[6] Y esto en pocas palabras se refiere al evitar cualquier tipo de pensamiento que pretenda resaltar los errores existentes en un argumento, malinterpretar razonamientos elementales. Es decir, cualquier tipo de pensamiento que pueda propiciar una falla en la lealtad al partido.

2.- Negroblanco se liga a la palabra anterior, ya que se trata de hacer comprender a la población que el máximo poder, en este caso “El Gran Hermano” es omnipotente y el Partido inefable, a pesar de que lógicamente, no lo son. Sin embargo, para poder asimilar esto se necesita de una flexibilidad mental para adaptarse al constante tratamiento de los hechos, y si es que esto se logra con éxito, entonces un afiliado al partido siempre se encontrará en la idea del evitardelito.

Antes de continuar con la tercera palabra, hay una regla que establece el partido y que una vez más nos lleva a retomar ideas como la de Wittgenstein acerca de que el lenguaje se ve determinado en algún modo por el contexto. Lo anterior no podría ser más claro de ejemplificar que en lo que Orwell en boca de Winston comenta.

Igual que muchas palabras en Neolengua, ésta tiene dos significados mutuamente contradictorios. Aplicada a un oponente, significa la costumbre de declarar de manera desvergonzada que lo negro es blanco, en contradicción con los hechos consumados. Aplicada a un afiliado al Partido, significa la buena voluntad de fidelidad para decir que lo negro es blanco cuando el Partido lo exige así.[7]

Incluso dentro de la misma obra se observa cómo la utilización de palabras en esencia contradictorias tiene, no sólo significados distintos dependiendo de hacia quién van dirigidas, sino el mismo hecho de utilizar la combinación de negro-blanco, nos demuestra, en el caso de los afiliados al Partido, cómo dependiendo de la situación que se esté viviendo y que el Partido esté manipulando se deben entender de acuerdo a las circunstancias con tal de que las cosas funcionen.

Es así como se presenta la tercera palabra:

3.- Doblepensar: Es necesario para todos los afiliados al partido contar con esta flexibilidad de pensamiento, pero también estar “entrenados” para creer que y no sólo eso, sino saber que no existen las contradicciones y que en realidad las posturas del Partido siempre se han mantenido intactas. Para lograr lo anterior se requiere de “una constante alteración del pasado, facilitada por un sistema de pensamiento que de verdad incorpora a todos los demás, y el cual se conoce en Neolengua como doblepensar”.[8]

Una vez más somos testigos de cómo la idea de conocimiento y comprensión del pasado, es decir, de la historia de un pueblo al verse manipulado establece todo un horizonte de posibilidades no sólo para el control del conocimiento sino de la existencia del hombre.

Se trata pues de la forma de alteración de los hechos para mostrar que el Partido no padece debilidad alguna. Y si por alguna razón los hechos parecieran alterar la ideología del partido, en ningún momento se ha de admitir que el Partido ha errado, la forma de proceder adecuada es demostrando que los hechos son los que se equivocan en algún punto y en virtud de ello habrá que alterarlos para que concuerden con la ideología. Los hechos han de ser los que se adapten a la ideología y no lo contrario. Aquí lo que queda como cuestión de fondo es demostrar que el Partido y el Gran Hermano siempre han contado, cuentan y contarán con la verdad absoluta, lo cual resulta en lo más lógico ya que, efectivamente, quien posee el control de los hechos será el que posea la verdad absoluta para los demás. Y para mantener este poder es necesario introducirse en lo más profundo del ser humano, en su mente y desde ahí manipular su pensamiento ayudado en gran medida por el lenguaje que se le implemente.

Podemos ver aquí dos formas en que el lenguaje cuenta con una importancia capital. Por un lado el método empleado para educar la mente del individuo para así volverlo moldeable posteriormente y que, por otro lado, pueda ser alguien fácil de reeducar. Es decir, se trata de otorgar una primera educación en la cuál se le enseñe a ser flexible de pensamiento para que de ser necesario en un futuro, se le enseñen otro tipo de principios distintos e incluso contrarios a los que a lo largo de su historia se le han enseñado. “Se entiende que el control del pasado depende, por encima de todo, del adiestramiento de la memoria.”[9]

Porque al usar la palabra doblepensar es necesario doblepensar. Porque al usar la palabra uno admite que está manipulando la realidad; mediante cada nuevo acto de doblepensar uno borra conocimiento; y así se continúa eternamente, con la mentira siempre un paso delante de la verdad. A fin de cuentas, es por medio del doblepensar que el Partido ha podido—y hasta donde sabemos, podrá hacerlo durante miles de años—detener el curso de la historia.[10]



[1] El país que habita Winston es “Oceanía”, quien junto con otros dos países más conforman el orden mundial.

[2] Orwell, G. 1984, p. 197.

[3] Ibid, p. 182.

[4] Ibid, p. 195.

[5] Ibid, p. 207.

[6] Idem.

[7] Ibid, p. 208.

[8] Idem.

[9] Ibid, p. 209.

[10] Ibid, p. 210.


CONTINUARA...

No hay comentarios: