miércoles, 9 de diciembre de 2009

Quinta Entrada

Quinta Entrada
Jacqueline Calderón Hinojosa

"La contingencia del lenguaje"

(Otro breve resumen, ahora de Rorty.)

En este texto Rorty comienza argumentando que el término de verdad no puede ser aplicado propiamente a los hechos en el mundo, más bien se trata de un término que se limita a los enunciados o proposiciones, ya que sólo a ellos se les puede atribuir un valor ya sea de verdad o de falsedad. Así, la única forma en la que encontramos enunciados es por medio del lenguaje hablado, por lo tanto, si no hay lenguaje, no hay enunciados y por ende no puede existir algo como “la verdad”.

Por otra parte, es importante recordar que el lenguaje ante todo es una creación humana, y por ello es que la verdad no puede realmente existir de forma independiente a la mente humana. Si bien es cierto que el mundo se encuentra ahí afuera, las descripciones que hacemos de él no comparten dicha característica.

De esta forma, existe una tendencia a verificar nuestras creencias recurriendo al mundo y como ya se ha mencionado antes, estas creencias parten de nosotros y se expresan por medio del lenguaje; sin embargo el que u léxico nos explique o describa de una mejor manera el mundo, no significa que éste se maneje en los mismos términos establecidos por dicho léxico.

El lenguaje expresa los deseos y creencias que a su vez funcionan como puente entre el mundo y el yo. Pero, siguiendo a Rorty, al ser visto como un medio resulta cuestionable su trabajo como puente por lo siguiente; Si se habla de que el lenguaje nos ayuda a describir algo que se encuentra fuera de nosotros, es decir ene l mundo, estaríamos diciendo que el lenguaje y las descripciones que con él se pueden elaborar nos llevan a encontrar una naturaleza intrínseca en todas las cosas. Esto sería tanto como suponer que la verdad es algo intrínseco a lo que nos resulta externo y por ello mismo aquello que debemos buscar en el mundo y procurar llegar por medio de el. Por tanto, estaría rechazándose la misma idea inicial en la que se maneja el término de verdad como una propiedad meramente perteneciente a los enunciados utilizados por el ser humano.

El propósito inicial de Rorty es entonces el de describir parte de la obra de Davidson dedicada a la exclusión de la idea sobre la naturaleza intrínseca y así hacer frente a lo que él considera es la contingencia del lenguaje.

Con lo anterior, y con lo que más adelante se explica en el texto, deja claro por qué Davidson no concibe al lenguaje como un medio de expresión y representación. Da importancia entonces al lenguaje como herramienta y explica que ya depende de cada filósofo, científico o poeta hacer uso apropiado de ésta. Por supuesto, plantea que la tarea no resulta sencilla, ya que para saber cómo han de utilizarse las herramientas es necesario saber de antemano qué es lo que se planea construir; esto no es algo que se pueda saber con anterioridad, por lo menos no ha sido así, explica él, en el caso de filósofos como Hegel. Por lo tanto, el yo y la realidad no poseen una naturaleza intrínseca esperando por ser descubierta.

Rorty argumenta que “nuestro lenguaje y nuestra cultura no son sino una contingencia, resultado de miles de pequeñas mutaciones que hallaron un casillero (mientras que muchísimas otras no hallaron ninguno”

Menciona también a Mary Hesse, quien habla de las revoluciones científicas como “redescripciones metafóricas” de la naturaleza. Estas redescripciones no serán mejores por ser un producto que ofrecen las ciencias como la física o la biología.

Esto nos lleva a una distinción entre lo literal y lo metafórico. Entiendo lo literal como el uso habitual de la palabra y lo metafórico como el uso inhabitual, por lo mismo, el uso habitual es el propio a las viejas teorías a las que estamos acostumbrados, y por otra parte, el uso inhabitual o metafórico es lo que se refiere a lo nuevo.

Por ello, para Davidson – Y Rorty-, “Tener un significado es tener un lugar en un juego del lenguaje”. La metáfora es una interrupción del mismo lenguaje, aquello que no cuenta con un significado real, y que precisamente eso significa que no puede ser atribuido a él un valor de verdad. Sin embargo, eso no significa que jamás podrá contar con dicho valor, por el contrario, menciona que si el uso inhabitual de una metáfora es aceptado por el interlocutor sería cuestión de tiempo el transformar su uso a uno de manera habitual y con ello dejará ese carácter metafórico automáticamente.

Rorty concluye con esto afirmando que el mundo no nos proporciona un criterio para elegir entre metáforas, y por eso es que sólo tenemos la opción de comparar lenguajes o metáforas entre sí, y no utilizar parámetros externos, en este caso dichos parámetros serían un mundo más allá del mundo del lenguaje al que suele llamarse “hecho”.

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