miércoles, 9 de diciembre de 2009

OCTAVA ENTRADA

Octava Entrada
Jacqueline Calderón Hinojosa


CONTINUACIÓN...

Vemos como en esta mundo que Winston habita y que Orwell plantea el lenguaje y la vida misma se basan en contradicciones; lo más increíble de esto es cómo el Partido ha llegado a manipular cada aspecto que conforma una sociedad de forma tal que estas contradicciones no sólo no sean cuestionadas, sino aceptadas e integradas a un sistema de educación que permite perdure su dominio sin mayores peligros de amenaza. “Porque sólo al conciliar las contradicciones, el poder puede conservarse por tiempo indefinido.”[1]

Es interesante entonces ver en qué encuentran apoyo las contradicciones y su concilio para entender la forma en que estas pueden ser concebibles a consciencia en cada persona. Parece que una vez más, lo que refiere al contexto nos lleva a otorgarle a este una gran carga.

En este sentido pareciera que la tesis de Heidegger de que el hombre es diálogo es bastante plausible. Pero no sólo eso, también vemos como es que las mismas costumbres de una cultura, de una sociedad se ven determinadas por la forma en que este diálogo entre los hombres se presenta. En lo anterior parece que podemos encontrar la idea de que la forma de existir del hombre es por medio del diálogo, que refiere al habla y a su vez a la palabra como medio constructor de la historia humana. Y con lo que vemos en la novela de Orwell, incluso en el trabajo que Winston Smith desempeña[2], esta tesis se sostiene.

Ya en todo lo dicho anteriormente a uno le vienen a la mente distintas tesis que bien podrían estarse justificando en este ejemplo literario. Pero hay algunas que resultan más claras que otras. Por ejemplo: una fuerte crítica a lo que sucede en esta sociedad, y que con seguridad queda implícita en el texto de Orwell, es lo que Wittgenstein tendría que decir con respecto al lenguaje y la forma primitiva de aprenderlo y emplearlo. El ejemplo al que podríamos recurrir es el que plantea en las Investigaciones Filosóficas, el caso del niño que va a comprar manzanas. “El aprendizaje del lenguaje no es aquí una explicación, sino un adiestramiento” [3]Que son casi las palabras que Winston utiliza cuando comenta el control de la mente que ejerce el Partido sobre los afiliados.

En lo que respecta a la verdad, Orwell también deja implícito puntos que Rorty sostiene cuando habla sobre la contingencia del lenguaje. Ya que si “el mundo está ahí afuera, pero las descripciones del mundo no. Sólo las descripciones del mundo pueden ser verdaderas o falsas”[4] entonces el trabajo que debe desempeñar en “1984” el Partido se basaría en este supuesto, pues si hablamos de la alteración de los hechos, nos referimos realmente a la alteración que la descripción de éstos y no los hechos mismos padecen. Es ahí donde se ve alterada la verdad o falsedad, propiedades que sólo se encuentran en proposiciones acerca del mundo y la realidad, no en sí de ellos mismos.

Para ampliar el análisis de Orwell con Rorty podremos remitirnos a otras dos citas más. La primera, en gran medida sintetiza el propósito del gobierno totalitario que nos pinta esta novela.

El mundo no habla. Sólo nosotros lo hacemos. El mundo una vez que nos hemos ajustado al programa de un lenguaje, puede hacer que sostengamos determinadas creencias. Pero no puede proponernos un lenguaje para que nosotros lo hablemos. Sólo otros seres humanos pueden hacerlo.[5]

Lo anterior en el mundo de Winston no podría ser más cierto. En realidad no se trata de que los miembros de la sociedad creen cada uno para sí una realidad o una verdad absoluta con base en el lenguaje. Por el contrario, y en el mismo texto lo dice, son los miembros del mismo partido los que a los afiliados les enseñan este Neolenguaje para facilitar su estancia en el Partido y por ende en el mundo. No se trata de ningún ser omnipotente y ajeno a ellos mismos, en realidad es un hombre, igual que cada ciudadano de aquel lugar el que les ha impuesto una manera de pensar y asimismo un lenguaje para canalizar estos pensamientos de forma adecuada a sus intereses.

Está claro que Orwell en ningún momento se propone como objetivo final, a diferencia de Rorty, el defender la contingencia del lenguaje. Pero quizá quede implícito en lo que ha escrito. Sin embargo, lo que implica esta contingencia es lo que ha ayudado para revisar con detalle la situación ficticia que se expone en la historia. Lo que implica esta contingencia es “la afirmación de que sólo las proposiciones pueden ser verdaderas y de que los seres humanos hacen las verdades al hacer los lenguajes en los cuales se formulan las proposiciones.”[6]

Quizá lo anterior no ayude mucho al lenguaje en su intento por presentarse como un algo con su propia esencia y con aquél carácter de necesidad, pero no por ello deja de, esta contingencia, dotarlo de un poder, no sólo para mantener el control de lo verdadero que hay o no en el mundo, sino también para que se manipule la existencia del hombre y su acontecer; considerando como pilar para ello el conocimiento de la realidad y de él mismo.

Conclusión

Finalmente vemos como algunas tesis básicas en filósofos como Rorty y Wittgenstein en la novela de “1984” no sólo son otorgadas de una gran importancia, sino que además en esta historia podemos apreciar el gran poder, ya que no se trata de sólo un aspecto descriptivo el como podemos abordar el tema del lenguaje, sino que en este caso se ve cómo el correcto o incorrecto uso de este conocimiento consciente acerca del lenguaje influye tanto en la organización de la sociedad. En el caso de Rorty vemos como a pesar de aceptar y dar por supuesta la contingencia del lenguaje éste, no deja de resultar en un pilar para la construcción de una mentalidad colectiva, a pesar de sus mismas propiedades. Es más, pareciera que es precisamente en virtud de estas propiedades que ciertos aspectos del lenguaje permiten, en el caso de “Oceanía” un cierto control de la mente, imposibilitando así la necesidad de hablar de cosas tan particulares como lo son los sentimientos y en cómo es que gracias a que las proposiciones sobre el mundo son las que se cargan de verdad o falsedad entonces los hechos que describen resultan manipulables para el beneficio de quien así desee hacerlo, y es precisamente el hombre quien tiene el poder de otorgar esta verdad o falsedad al mundo. Ambos aspectos quedan claros en la novela.

En el caso de Wittgenstein se tendría que hablar de la etapa de su vida en que escribió las Investigaciones Filosóficas, ya que es ahí donde se concentra la idea que refiere al lenguaje como aquello que posibilita el dejarse absorber por una cultura, es decir, hacer uso del lenguaje de un determinado pueblo implica que se estarán aceptando las costumbres y tradiciones de dicho pueblo para que de hecho se pueda tener una comprensión, si no absoluta, sí aceptable del lenguaje que ahí se trate. Ya se ha mencionado la forma en que influye el lenguaje desde la perspectiva que plantea Wittgenstein, y si bien habría mucho más que decir al respecto, lo cierto es que la extensión del tema impide que se aborde cada aspecto con ese cuidado tan meticuloso que seguramente se necesita.

Por lo que hemos visto brevemente entonces se puede concluir que efectivamente, el lenguaje puede ejercer un gran poder sobre la población de algún lugar, no sólo porque se pueda manipular en la forma de hablar el pensamiento, es decir, hasta cierto punto acotarlo a lo que el gobierno pueda considerar necesario; sin que además parece ser, como lo ejemplifica George Orwell, el principio para la manipulación del conocimiento sobre sí mismo y esto quiere decir, manipulación sobre la historia del hombre, como individuo y como ser social que trae consigo una historia detrás que ante todo le recuerda quién es. Considero que no es en vano que, no sólo en el género literario, sino en el cinematográfico e incluso en la vida práctica política de algunos lugares éste tema con respecto a intentos de “neolengua” han escandalizado. [7]

Parece entonces que la existencia de tantas obras literarias que tomen como base los usos funciones del lenguaje sólo señala el interés y la preocupación por parte de los escritores, y por supuesto de los lectores por este tipo de temas. Por supuesto, sería cuestión de analizar la forma en que filosóficamente se pueden abordar las novelas escritas y ver qué posturas son las que se están defendiendo, lo que no deja lugar a dudas es que el lenguaje sí constituye uno de los pilares más fuertes para la construcción y desarrollo de una sociedad; sin importar el empleo que a este se le de, o la perspectiva desde la cuál se traten sus distintos problemas y tesis.

Bibliografía

Orwell, George, 1984, Trad. Miguel Martinez, Lectorum, 2002.

Moro, Tomás, Utopía, Trad. F. L. Cardona y T. Suero, Madrid, SARPE, 1984.

Rorty, Richard, Contingencia, Ironía y Solidaridad, Barcelona, Paidós, 1996.

Wittgenstein, Ludwig, Investigaciones filosóficas. México, UNAM, 1988.

Gadamer, Hans-Georg, Verdad y Método, Salamanca, Sígueme, 1977.

Reale, G., Antiseri, D. Historia del pensamiento filosófico y Científico II, Del humanismo a Kant, Barcelona, Herder, 1992.



[1] Ibid, p. 208.

[2] Winston Smith trabaja en uno de los ministerios del Partido que se hace llamar “Ministerio de la Verdad”. Que consiste en manipular la información para adaptarla a los intereses del partido.

[3] Wittgenstein, L. Investigaciones Filosóficas, p. 21.

[4] R. Rorty, Contingencia, Ironía y Solidaridad, p. 25.

[5] Ibid, p. 26.

[6] Ibid, p. 30.

[7] Existen algunos libros que siguieron la línea que Orwell manejo, incluso el mismo Orwell parece concentrar toda su atención en la “Neolengua” ya que al final de su obra hay un breve apartado que se dedica a especificar algunos aspectos que en la novela como tal no se tocan. Por otro lado, existen libros como “1985” escrito por Anthony Burgess que en el título dejan muy claro la influencia que obtuvieron de Orwell. Este por mencionar alguno. Un claro ejemplo de la importancia que se le otorga al lenguaje es Harry Harrison, quien en es un fuerte impulsor del esperanto a punto tal de emplearlo en sus obras.

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