sábado, 21 de noviembre de 2009

el retorno del sintagama sagrado 4

El trabajo y la autoridad de la poesía hacen que su palabra se vuelva hierofántica, aquí el decir perfila el Ereignis, el acontecer de lo más divino que se dona en la palabra; el Ser. Las metáforas dejan de serlo, los símbolos no caben en esta nueva hierofantía del ser, el nuevo filósofo es el nuevo daduco y el poeta oficia como hierofante, él hace aparecer el ser, lo vuelve presente a través del lenguaje, la poesía trastoca todo el lenguaje, es el regreso a un protolenguaje, pero también tiene un vínculo especial éste con la historia acontecida, porque el ser se despliega en la historia acontecida como tiempo todo del ser, dejemos para luego esta dimensión histórica y abramos un paréntesis para meditar sobre este giro de la filosofía a la teología, si para Heidegger la filosofía moderna inaugura un tiempo de penuria, lo hace según él por “la carencia de dios”, tener un dios quiere decir tener un mito fundacional que provea al mismo tiempo de unidad a todas esas cosas que quedan de ahora en adelante desacralizadas y que en la moralidad son nombradas de las más diversas maneras, ley moral, felicidad de la mayoría, etc.) Aunque en el fondo irreconociblemente se invoque a dios con éstos nombres , ahora bien, Heidegger termina su dictamen al respecto hablando de una carencia suprema que es en sí la carencia de penuria, lo dice en estos términos:

La carencia de dios, experienciada de modo históricamente acontecido y según el ser, brota de la huida, conforme a destino, de la penuria de carecer de penuria, debida al abandono del ser del ente (es decir, al poder de la voluntad de la voluntad). La era mundial de la voluntad de la voluntad carece penuria porque el ser sigue sin ser experienciado en cuanto dispensación de destino del acaecimiento propicio en su verdad, con lo que tampoco es posible hacer la experiencia de la torsión hacia el inicio y de la fundación esencial del hombre, cosa solamente determinable a partir de la verdad del ser.

Ya habíamos revisado los antecedentes ideológico-sociológicos desde los cuales Heidegger introduce en el debate un discurso filosóficamente correcto, la crítica a la modernidad es pertinente en la misma medida; los discursos están descoyuntados, los saberes son independientes, no existe una comunicación entre ellos y por lo tanto crecen sin bases de tipo moral y sin una finalidad por así decirlo, el último intento para unificarlos fue el de Kant en la Tercera Crítica y la última advertencia la de Husserl en La crisis de la ciencias europeas al hablar específicamente de éstos temas, ya hemos visto que Heidegger va a encaminar esta unificación por el lado nacionalista, lo que nos interesa ahora es el artilugio por el cual lo hace, se trata del hacer que suceda mismo, el giro que nuestro filósofo propone es pensar en la poesía no como mero juego del lenguaje, sino como potencia del ser, por eso la poesía es un hacer superior, porque no representa sino que presenta al ser, lo da en el mismo momento que lo dice, por eso –piensa Heidegger- el lenguaje de los poetas es protolenguaje, primero en todos los sentidos, su decir deja de ser simbólico, es decir, de múltiples sentidos y nunca totalmente interpretable - para volverse signo , muestra del ser, lo presenta en tanto acaece, esto es el Ereignis, ahora bien, el acaecer no sucede en cualquier poeta, sino sólo en aquellos que tienen un vínculo con el ser mismo y esto tiene dos lecturas, una que Heidegger rechaza en tanto general y la otra es pensar el acaecer del ser como compromiso y permanencia en tanto habitar y tener una historia acontecida , por eso: “Hölderlin no se ha escogido porque su obra realice la esencia general de la poesía, sino únicamente porque está cargada con la determinación poética de poetizar la propia esencia de la poesía.” Aquí se da el giro que unifica la filosofía de Heidegger con la ideología de la revolución conservadora y nacionalista, cuando Heidegger introduce la pregunta retórica de si en el porvenir deberá sernos la poesía algo ejemplar tiene ya en mente una respuesta que “instituye una esencia de la poesía que anticipa el tiempo histórico venidero, y que, en este sentido acontece históricamente.” Y así Heidegger ajusta una cuenta más con la modernidad cosmopolita cuando restriega en sus narices que este acontecer histórico pleno de sentido, realidad y tiempo auténtico sólo puede darse cuando “…el lenguaje no es ya material de la poesía-y por supuesto aún menos instrumento- sino que la poesía misma hace posible el lenguaje. La poesía es el lenguaje primitivo de un pueblo histórico, al contrario es preciso entender la esencia del lenguaje por la esencia de la poesía”. He aquí el giro que tuerce y retuerce a un mismo hilo el tiempo y el lenguaje, pero trastocándolos de su uso moderno a un uso fundacional por medio de una vuelta del mismo artilugio que los produjo. Sólo queda hacer un breve apunte acerca algunas implicaciones del giro hacia el sintagma sagrado, E.R. Dodds en su libro Los griegos y lo irracional en el capítulo La explicación de Agamenón nos hace el recuento acerca de ciertos actos irracionales, es decir, poco lógicos, descabellados o imprudentemente impulsivos que dejaban atónitos a los griegos, éstos eran explicados por la noción de intervención psíquica, monición, la cual –según Dodds-era una práctica de autoengaño para decir que tales actos no le pertenecían del todo al agente, sino que eran provocados por un dios, pero dicha intervención no se debía sólo al propósito de salvar de la vergüenza a su “víctima”, de hecho las excusas por intervención psíquica eran de hecho creíbles precisamente porque se encontraban dentro del sintagma de lo sagrado, si la noción de sacer esto significaba algo desde los griegos era el abandono total de lo que se volvía sagrado como pertenencia del dios, el arrebatamiento (), puntualiza Dodds acerca de los agentes de la , en primer lugar está Zeus del cual es hija teológica-alegórica, pues éste siendo el que tiene más poder, puede tramar, planear, complotar, “el plan de Zeus se cumplía”, luego menciona a la , a la cual se atribuía cualquier desastre personal y la muerte en última instancia como parte de su trabajo; el sino o destino personal de cada uno, de ahí le viene a la  helenística su significado de “destino cósmico” como plan de la providencia  como lo dice Plutarco, la misma noción pasa a la consumación del tiempo como destino de los Padres de la Iglesia, aquí las personas y acontecimientos del Viejo Testamento pasan como figuras de la consumación del Nuevo Testamento, el método de la interpretación figural las pasa por profecías, pero no se trata de simples figuras limitadas al juego retórico, son signos inequívocos de “otro tiempo”.
Tertuliano da muestras de una aversión decidida contra cualquier exceso espiritualista; de ningún modo quiere que se comprenda el Antiguo Testamento como una mera alegoría; en cualquier caso, destaca su sentido literal o real, y en los momentos en los que propiamente se trata de profecías figurales, Tertuliano mantiene que la figura posee la misma realidad histórica que lo profetizado en ella. La figura profética constituye un hecho concreto e histórico, siendo así que su anticipación se cumple en hechos igualmente concretos e históricos.

Para Tertuliano las profecías figurales se completan (implere) o se confirman (confirmare) podemos reconocer el método figurativo en Heidegger, el ser se presenta en hechos concretos que interpreta su pastor iniciado, sólo que él no es en sí mismo una figura concreta ni con un significado determinado e interpretable por analogía con otra en tanto profecía, se trata de una forma vacía, reviste la forma de una vigencia sin significado, dice Eagleton:

Como orden, apremia a alguien a ser sencillamente lo que es, sin ninguna directiva moral particular, y así sucede con el formalismo vacío de toda ética de raíz existencialista. Dado que las posibilidades que uno actualiza le pertenecen inalienablemente a uno mismo, parece del todo insignificante saber en que consisten.

La idea ilustrada de un sujeto que es responsable teórica y fácticamente de sus hechuras éticas ha quedado borrada por la noción de un destino del Ser como proyecto en el cual queda imbricado el Dasein, éste, queda exonerado de antemano de sus errores:

El movimiento mediante el que el Dasein se mueve más allá de las cosas particulares hasta su Ser es inseparable del camino en el que no puede dejar de equivocarse impropiamente aquí o allá. Después resolverá violentamente ese punto de aporía empuñando el Ser no como aquello en relación al cual se equivoca la humanidad, sino como aquello que se equivoca en relación a sí mismo a través de la humanidad como parte de su misma necesidad.

El humano queda así abandonado al Ser, el sintagma sagrado regresa la certeza de estar en camino indicado, pero lo hace a costa de nuestras nociones modernas de voluntad, normatividad y libertad. La decisión está entre las figuraciones ideológicas que hechizan y arrebatan y las deconstrucciones figurativas que nos vuelven políticamente responsables.

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