sábado, 21 de noviembre de 2009

el retorno del sintagama sagrado 1

El retorno del sintagma sagrado.

La raíz indoeuropea de la palabra rito rita quiere decir orden, dar un orden, poner todo en su lugar, hacer que las cosas vuelvan a estar en su lugar, cambiar algo en otra cosa, hay pues una dialéctica en el rito, una dualidad potencial en todo lo que pasa por el rito, una alquimia del acto que hace pasar de lo puro a lo impuro, el rito vuelve a los hombres y a las cosas de algo profano, impuro (miasma) algo sagrado (sacer), la palabra sacer guarda ésta dualidad, se consagra algo a los dioses pero al mismo tiempo, por ser ya de ellos, se vuelve intocable. Para la modernidad este ordenamiento, que dependía de tradiciones y creencias ancestrales, ha sido cambiado por los procesos y teleologías del sujeto, pero en este paso el sujeto que se auto-dona de manera consiente y crítica un nuevo orden, se cuestiona y cuestiona acerca de la certeza de este paso, precisamente porque ha roto la ilusión ritual del unificante y completo artilugio mítico- religioso, que tenía ordenadas todas las cosas. Así irónicamente el sintagma del sujeto racional ha caído en el mismo juego del artilugio religioso. Intentar sostener su legitimidad desde la única figura legitimadora que se ha permitido. Estamos de acuerdo con Terry Eagleton en que el sujeto racional no puede dejar de darse una legalidad formal para él mismo, porque ya es lo único que puede hacer y por la cual se vuelve esclavo de él mismo, porque ha comenzado un proceso que ya no puede detener, puesto que ya ha renunciado a otra manera de darse sentido, así:

El sujeto moral habita en la esfera inteligible antes que en la material, aunque debe esforzarse de un modo misterioso por materializar sus valores en el mundo real. Los seres humanos viven simultáneamente como sujetos libres y como objetos determinados, esclavizados por la Naturaleza a leyes que no tienen ninguna relación con su espíritu.

La pregunta es si dada la separación entre los intereses universalizables (legitimadores) y la acción racional orientada a fines, o en otras palabras, lo que Manfred Frank en su libro El Dios venidero llama “crisis de legitimidad” debe llevarnos como en el caso de Heidegger a un renacimiento de los sagrado, el problema parte de la razón en tanto figura ordenadora y a su crítica desde el Romanticismo, nuestra tesis es que Heidegger recibe el problema desarrollado histórica y conceptualmente en éstos términos heredados de Kant y los románticos, y los recicla en una teología ontológica, nos proponemos en esta intervención apegarnos al esquema sintagmático que se ha venido planteando en clase, pero para hacerlo vamos a efectuar una Kehre more Heidegger para luego pasar a criticar los planteamientos heideggerianos. La vuelta que proponemos se parece mucho a la heideggeriana pero difiere de ella en se hace desde lo que llamaremos una deconstrucción figurativa, con ello queremos decir que pensamos las creaciones de la filosofía y de la religión como productos de un artilugio que en la cultura occidental establece el paradigma de lo visual para producir creencias y prácticas basadas en tales creencias, su historia como nos recuerda Erich Auerbach en su libro Figura empieza con la “influencia predominante de la cultura griega en la educación romana en el último siglo anterior a nuestra era.”, pero aquí debemos pensar cual es el significado que se recibe con tal influencia, más aún, debemos efectuar aquí nuestra vuelta, la pregunta es qué peculiar artilugio para producir y dar significado se recibe con ésta influencia, aún más se trata de pensar en el sesgo que nos pasa desapercibido cuando se efectúa el traspaso del artilugio ritual para producir formas plásticas a la plasticidad del lenguaje, el cómo y porqué una práctica social en la cual se producía la verdad y la fe le traspasa a otra sus artilugios para suplir unas necesidades similares pero modificadas, como se pasa del evento a la forma y con ello a unas valoraciones diferentes, y cómo en el caso de Heidegger –en una suerte de rito trietérico- se busca volver de la forma al evento, revisemos primero éste primer traspaso para poder entender el retorno heideggeriano, el esfuerzo para crear una forma temporal que produjera la certeza de poseer el aion, esto es, lo que dura eternamente –y por lo tanto porta lo que siempre es-en medio de lo que pasa o perece, para lograrlo se introduce un tropar lingüístico que sin lugar a dudas ha producido la creencia de que la filosofía estudia un tipo de cosas que sin estar en ningún lado de se pueden “ver” de alguna manera, para lograrlo se introduce el hábito plástico en el lenguaje, si como dijimos, el lenguaje tenía que volverse visible -sensible a través de las formas que le daban validez, entonces, -y este es el primer giro deliberadamente dado hacia el disimulo de la forma, el primer escamoteo del uso figurativo del lenguaje- ahora el lenguaje toma el lugar del hierofante y produce sin ninguna mediación ritual, la visión misma, así mientras que por ejemplo los Misterios eleusinos se realizaban cada año, éstas formas eran hechas cada vez para verse ahí mismo, en el momento mismo en que se ven, pero con la garantía de participar del aion, de una duración eterna, de ser-siempre-presentes, pues más aún que los meros significados lo que se recibe es un aparato para leer y otorgar significación, tal aparato es el aparato para producir ordenamiento en el mundo, éste artilugio, planteamos aquí, es figurativo, la Kehre que proponemos no es pensada sólo desde la filosofía o la religión, es, digamos, una vuelta de tuerca más acá de éstas, quiere decir que si la filosofía es un tipo de religión sin dioses, en tanto produce doctrinas que ordenan y pretenden comprehender el mundo en su totalidad, la vuelta nos lleva a pensar la filosofía y la religión como artilugios para producir configuraciones, nos lleva a reflexionar sociológicamente en ambas, esto es, como figuraciones para necesidades sociales concretas, hechuras que responden a necesidades materiales y espirituales precisas, para no pensar en estos términos deberíamos mejor hacer uso de la expresión bourdieuana de “economía de los bienes simbólicos”, con ello nos ponemos en el plano de lo que Bourdieu pensó como la labor de la sociología; “elaborar una teoría general de la economía de la práctica”, esto quiere decir según mi lectura una deconstrucción que explica todas las prácticas humanas y todas sus hechuras; imaginarios, intercambios materiales y simbólicos, traspasos, traslapes, tropos, diseminaciones, tópicos, etc. Como correspondientes a necesidades que se significan, aparecen y son configuradas por medio de una pragmática figurativa, es más, piensa tanto las necesidades y las prácticas como imbricadas en una hechura-figuración simbólica, se trata de producir ritos, sintagmas, ordenamientos, coordinamientos, correspondencias y concordancias, una teoría general de la economía de la práctica sería equivalente a una historia de la ritualidad humana y sus variantes, la figuración de los ordenamientos simbólicos, implica sospechar un desdoblamiento del rito, orden primigenio, a una razón procedimental ya separada de toda narración mito-poética, es pasar de una economía del desinterés a una del interés calculador, pasar de una ritualidad hecha de muchas figuras para explicar el mundo por una sola figura y los problemas que esto acarrea.

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