sábado, 3 de octubre de 2009

Algo sobre Hegel...

De Anda Celis Verónica Angélica
Problemas de Historia de la Filosofía y Ciencias Sociales
3 de octubre de 2009

Primera Entrada al Blog de ISOMORFIAS

Sólo en el silencio la palabra, sólo en la oscuridad la luz,
Sólo en la muerte la vida;
El vuelo del halcón brilla en el cielo vacío.

La Creación de Ea

Cuando Hegel afirma que “Todo lo Racional es Real y todo lo Real es Racional”, nos muestra que la realidad conforma una unidad indisoluble con su devenir. En sentido, nociones como las de “exterioridad”, “extrañeza”, “lo otro”, que parecieran no trastocados por el horizonte o los horizontes de inteligibilidad del individuo o de la cultura o del Ser, se manifiestan como partes de dicha totalidad. De esta manera, dichas nociones terminan siendo falsas exterioridades donde un discurso se apoya para engrandecerse, para afirmarse, e inclusive para auto-validarse.
Sobre esta línea, podríamos leer la novela de Ursula K. Le Guin llamada Un Mago de Terramar. Dicha novela nos narra cómo Ged, un aprendiz de mago nacido en la isla de Gont, abre el umbral entre la vida y la muerte trayendo a la vida a una sombra no invocada, la cual lo persigue para poseerlo. Dicha sombra se muestra por primera vez cuando él se atreve a leer una invocación a los muertos: “Espiando por encima del hombre vio algo agazapado junto a la puerta cerrada, un informe grumo de sombra más oscuro que la oscuridad. Parecía reptar hacia él, y susurrar llamándolo; pero las palabras eran incomprensibles para Ged” (Le Guin, Ursula K., Un Mago de Terramar, p. 36). Posteriormente, ya en la escuela de hechicería de Roke, realiza dicha invocación, pero resulta desastroso para él, pues vino a la vida esa sombra no invocada la cual trató de poseerlo.
El primer suceso “no era más que el presagio, la sombra de una sombra” (Ibídem, p. 153). El segundo suceso fue la concreción del presagio. Finalmente, Ged decide enfrentar a la sombra:

“En voz alta y clara, rompiendo aquel viejo silencio, Ged pronunció el nombre de la sombra, y en el mismo instante, habló la sombra, sin labios ni lengua, y dijo la misma palabra: -Ged.- Y las dos voces fueron una sola voz. Ged soltó la vara, extendió los brazos y abrazó a la sombra, a la negra mitad que reptaba hacia él. Luz y oscuridad se encontraron, se fusionaron, se unieron” (Ibídem, p. 209).

En este sentido, pareciera como si el discurso y los acontecimientos estuvieran ya previstos, no hay forma de hacer rupturas. Dichas escisiones se muestran como la otredad, mas son los peldaños donde la mismidad se conforma. No obstante, ¿podría existir la posibilidad de una movilidad en el discurso a partir de un otro que no necesariamente termine absorbido por el primero?
Una respuesta a esto, la intenta dar Judith Butler en el Grito de Antígona al hacer un análisis de la lectura del papel de Antígona que realiza Hegel en la Fenomenología del Espíritu. Como recordamos, Hegel dice que el paso necesario de la comunidad familiar a la ley de la ciudad comienza en la dimensión ética entre hombre y mujer: entre hermano y hermana (Polinices y Antígona). Esto se debe a que no hay deseo entre ellos, pues se supone que la sangre se encuentra en reposo y equilibrio. Su unión se da porque guardan la misma sangre.
Sin embargo, en primer lugar, Butler se cuestiona cómo es posible considerar a Antígona como parte del parentesco, si ella (su posición) se encuentra enturbiada por lazos incestuosos: su padre (Edipo) es su hermano, y sus hermanos (Eteocles y Polineces) son sus sobrinos. En segundo lugar, cómo es posible que Antígona pueda reivindicar en público, en varias ocasiones, su osadía en contra de la ley impuesta por Creonte (nadie habrá de enterrar el cuerpo de Polinices, pues es un enemigo), si al pertenecer al ámbito del parentesco tuviese que estar aprisionada por lo privado. Ella no habla con el lenguaje privado, sino con el de la soberanía.
Además, se dan constantemente desplazamientos de género y de posiciones de parentesco por parte de los personajes. Cuando Antígona desafía la ley de Creonte es denominada “varonil” y Creonte como “mujer”. De esta forma, cómo puede ella representar los dioses del hogar si se vuelve soberana por instantes y su género es desplazado. Asimismo, las acciones de Antígona son justificadas bajo el supuesto de la ley de los dioses que apela a la conservación de los vínculos de sangre. No obstante, cómo es posible dicha justificación si Antígona sólo actúa por uno de sus hermanos. Esto es, pareciera como si estuviera actuando bajo el nombre de una ley que se transgrede por falta de universalidad.
Por ello, comenta Butler que “Antígona no representa el parentesco en su forma ideal, sino más bien su deformación y desplazamiento, poniendo en crisis los regímenes vigentes de representación y planteando […] la posibilidad de transformación social” (Butler, Judith, El Grito de Antígona, p. 42-43). Así, Antígona señala las fallas del espacio soberano, los límites de lo universal que son posibles de modificar.

1 comentario:

Black Bird dijo...

Me agradó mucho tu análisis de Antígona, es una de las obras mas bellas de la tradición griega pues plantea muchos de los problemas mas importantes del Hombre: el conflicto entre las leyes divinas y las leyes de los hombres, el conflicto entre los sexos y los lugares que ocupan en la sociedad así como los tabúes que trata ya Edipo.
Quisiera pedirte que expliques un poco porque afirmas que Antígona habla con el lenguaje de la soberanía y no con el privado, saludos! Mauricio